martes, 22 de septiembre de 2009

















La primavera huele a paraìso, a flores y bolitas reventadas. A collares de pistilos en el cuello, a sol en la vereda, a naranjú, A mielcitas. A grito llamando a cenar cuando todavìa es de dìa, a amigos, a mugre, a tardes sentada en la vereda recordando viejos tiempos.

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