miércoles, 10 de febrero de 2010

Un sapo se enamoró una vez de una rana y le pidió matrimonio. La rana le dijo que no, porque estaba enamorada de una serpiente de agua. Pero la serpiente de agua estaba loca por un junco de ribera. El junco de ribera no le hacía ni caso porque estaba loco por un ruiseñor que solía ir a la laguna a beber. El ruiseñor era un pájaro de cuidado que solo pensaba en si mismo y mataba de disgustos al junco, el cual tenía tristísima a la serpiente acuática, la cual tenía muy disgustada a la rana, quien acabó volviendo melancólico al sapo.

No hay comentarios:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales